Colirrojos Tizones (Phoenicurus ochruros) volando.

Desde mediados de marzo, los colirrojos tizones (foto: Eduardo Nogueras)


están en celo y muy activos, por tanto. Muchos han abandonado sus cuarteles de invierno en la Campiña Arbolada, donde los rigores del invierno son menores, tanto por temperatura como por disponibilidad de alimento, subiendo, a primeros de marzo, a los Puertos de Beceite, principalmente a los páramos. Allí, en territorios pedregosos, llevan a cabo las luchas y danzas de celo, sobre el suelo. El ritual se parece a los leks de los ungulados: cada macho apeona y salta, sobre un territorio nupcial de unos pocos metros cuadrados, en el pedregal, o dando pequeños vuelos hasta la punta de los enebros con forma de ciprés, que hay esparcidos por el páramo. Las hembras miran atentas las evoluciones de los machos, para seleccionar el que más les atrae. 

Es a esos momentos de vuelos, siempre muy cerca del suelo, a que corresponde el pase de diapositivas. 



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