En primavera las aves cantan durante todo el día. No hace falta más que salir a la calle o al campo para percibir la algarabía de mil cantos simultáneos. Los cambios bruscos de tiempo o, si hace mucho calor, las horas centrales del día, hacen que las aves se aplatanen o incluso, se callen. Siempre quedan por ahí héroes inquebrantables como el pinzón o el ruiseñor, cuyo canto es posible escucharlo hasta en las peores condiciones meteorológicas. Pero pongámonos en un día normal de primavera. Las aves han estado cantando durante todo el santo día y, de repente, en un lapso muy breve, se callan a la vez, todos los individuos de todas las especies, sexos y edades. Chitón. Silencio. Eso sucede primero en los ambientes de umbría y, a continuación, en los ambientes de solana cuando se retiran completamente los rayos del sol. Es un fenómeno brusco y algo inquietante. Pero los bichos van como un reloj.
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