La campiña a finales de marzo de 2013
En tan solo 10 días el panorama ha cambiado radicalmente en el valle del Matarraña. Los bandos de Pinzones (Fringilla coelebs) y afines, han desaparecido y, ya, la mayoría de las aves residentes han entrado en celo, con canto alto y claro. Los más llamativos por su canto son los Carboneros (Parus major), Herrerillos (Cyanistes caeruleus), Pinzones (Fringilla coelebs), Zorzal Charlo (Turdus viscivorus) y Común (Turdus philomelos), Verdecillos (Serinus serinus), Verderones (Chloris chloris)... El Mirlo (Turdus merula) aún no canta.
La mayoría de los machos han tomado un territorio y avisan cantando a la competencia de que tome las de villadiego y, a las chicas, que está disponible y es un partidazo. Cantan desde las atalayas más altas que jalonan su territorio es decir, desde las copas de sus chopos, sus nogales y sus almendros.
Cuando lleguen los migrantes, sabrán que esos nichos ya están cogidos. Pero los migradores tendrán cuando lleguen, en los bordes, territorio y alimento más que de sobra. ¿Cuando lleguen?, por lo menos ya ha llegado uno: el Milano negro (Milvus migrans), el primerizo, el tempranero. Desde el primer día de la primavera ya llegó, estableció su territorio y ahora lo explota casi a solas con sus vuelos bajos y alegres, de gran recorrido. Pero el Águila calzada (Hieraaetus pennata) está por llegar que junto con los Cuervos (Corvux corax), Cornejas (Corvus corone) y Ratoneros (Buteo buteo) le enseñarán a compartir las presas y el cielo.
Por cierto, estos diez últimos días de marzo son una posibilidad excelente de aprender los cantos de celo de las aves residentes pues, al ir apareciendo progresivamente, no se confunden, como cuando todos los cantores están en su apogeo simultáneamente, dentro de un par de semanas.
Al río llegó con la primavera una pareja de Garcetas comunes (Egretta garcetta) poco frecuentes por aquí, compartiendo cazaderos con los Cormoranes (Phalacrocorax carbo). Las fortísimas lluvias pasadas han tumbado los carrizales y juncales con lo que Gallinetas (Gallinula chloropus), Zampullines (Tachybaptus ruficollis), Somormujos (Podiceps cristatus), Rascones (Rallus aquaticus) y Nutrias (Lutra lutra) han perdido mucho hábitat ¿Se habrán ido? No he visto ninguno. Pero la naturaleza va rápida y ya están creciendo a toda pastilla tallos de juncos y carrizos. En una semana ya los podrán rehabitar.
La mayoría de los machos han tomado un territorio y avisan cantando a la competencia de que tome las de villadiego y, a las chicas, que está disponible y es un partidazo. Cantan desde las atalayas más altas que jalonan su territorio es decir, desde las copas de sus chopos, sus nogales y sus almendros.
Cuando lleguen los migrantes, sabrán que esos nichos ya están cogidos. Pero los migradores tendrán cuando lleguen, en los bordes, territorio y alimento más que de sobra. ¿Cuando lleguen?, por lo menos ya ha llegado uno: el Milano negro (Milvus migrans), el primerizo, el tempranero. Desde el primer día de la primavera ya llegó, estableció su territorio y ahora lo explota casi a solas con sus vuelos bajos y alegres, de gran recorrido. Pero el Águila calzada (Hieraaetus pennata) está por llegar que junto con los Cuervos (Corvux corax), Cornejas (Corvus corone) y Ratoneros (Buteo buteo) le enseñarán a compartir las presas y el cielo.
Por cierto, estos diez últimos días de marzo son una posibilidad excelente de aprender los cantos de celo de las aves residentes pues, al ir apareciendo progresivamente, no se confunden, como cuando todos los cantores están en su apogeo simultáneamente, dentro de un par de semanas.
Al río llegó con la primavera una pareja de Garcetas comunes (Egretta garcetta) poco frecuentes por aquí, compartiendo cazaderos con los Cormoranes (Phalacrocorax carbo). Las fortísimas lluvias pasadas han tumbado los carrizales y juncales con lo que Gallinetas (Gallinula chloropus), Zampullines (Tachybaptus ruficollis), Somormujos (Podiceps cristatus), Rascones (Rallus aquaticus) y Nutrias (Lutra lutra) han perdido mucho hábitat ¿Se habrán ido? No he visto ninguno. Pero la naturaleza va rápida y ya están creciendo a toda pastilla tallos de juncos y carrizos. En una semana ya los podrán rehabitar.
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