Después de la tormenta...

...sale el sol, la vegetación y sus habitantes están mojados...


...y, con el sol recién salido, las aves del bosque montano empiezan a piar fragmentos inconexos, esbozos suavecitos, como "probando, probando uno dos, uno dos... estamos enteros". Inmediatamente después de la tormenta, pareciera como si la comunidad de aves del bosque cantase al unísono, bajito, suavecito, "todos estamos bien, el peligro ha pasado" parecen decirse entre todos los individuos de las distintas especies. 



Poco a poco, cada individuo, va cogiendo confianza y transmitiéndola al conjunto, las estrofas se van haciendo más nítidas y características, el volumen alcanza valores normales y, cada uno, empieza, paulatinamente, a poner en marcha su repertorio más genuino. Ese proceso dura una media hora. El primero que canta con su repertorio completo y nítido es un Herrerillo capuchino (Cyanocistes caeruleus).  

Al cabo de unos tres cuartos de hora desde que terminó la tormenta, comienza de nuevo a llover, esta vez de manera menos torrencial, una lluvia suave pero lluvia, no sirimiri. Esta segunda llovizna durará otra media hora. 


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